martes, 29 de abril de 2014

Shapigo

Todo pasó el 14 de noviembre, una fecha sin significado hasta el momento en que sucedió lo ocurrido hace dos años. ¿Por qué a mi y no al resto, a los que me acompañaban?
Era un domingo muy soleado y caluroso. Luego del almuerzo típico en familia mis hermanos y yo decidimos salir a jugar a la calle (aprovechando la tranquilidad del barrio, y del día en particular) mientras nuestros padres tomaban una siesta. Estando afuera, en medio de nuestro juego, notamos la repetida presencia de un auto negro patente CHJ-169 en la esquina. Puede parecer raro que chicos de 10 a 13 años se fijen en un auto extraño que pasaba por la esquina de su casa ya que puede confundirse con otro mas que formaba parte del tráfico, pero este tenía algo especial: la conductora miraba su reflejo en el espejo o prestaba atención a su celular o se maquillaba en vez de prestar atención a la ruta, lo que le ocasionaba la constante pérdida de control del auto hacia el cordón. A la tercera vez que pasó, decidimos ignorar al automóvil y seguimos compenetrados en nuestro juego. Pero fue muy tarde, el auto se dirigía hacia nosotros.
Tenía que llegar a tiempo al casamiento de mi hermana y no era bueno que el reloj marcase las 15 siendo la iniciación de la misa a las 14:30hs. Tuve que salir de casa sin estar lista, no podía fallarle a Sara en esa ocasión. Iba tratando de manejar y terminar de producirme a la vez pero evidentemente no pude cumplir con ambos objetivos ya que cuando me di cuenta estaba perdida, dando vueltas en círculo. No ayudaba el hecho de que el auto haya sido nuevo ya que no tenía el 100 por ciento del control sobre él. Decidí llamar a mi madre y explicarle la situación para que me indique el camino hacia la iglesia. Fue un instante en el que me distraje cuando sentí un golpe en el capó. Tenía mucho miedo, no quería mirar atrás, por lo que, en cambio, aceleré.
Yo no me fui, sigo aca, entre ustedes. Escuché muchas veces que cuando un alma no se libera es porque tiene algo pendiente y como desconozco mi misión, decidí llevar a cabo lo que personalmente siento como deuda vital. Nunca fui un chico problemático, pero ya no soy. Puedo ser lo que quiera sin serlo en realidad. Es una ventaja. Disfruto de las capacidades que me da esta condición, muchas veces las uso para asustar desde animales a personas, aunque no siempre lo merezcan: ya estoy muerto y no tengo nada que perder. Sin embargo, no puedo olvidar a la culpable y es por eso que paso tanto tiempo alterando su vista, deformando lo que ve para que siempre me vea. Todavía me acuerdo de la primera vez que descubrí de lo que soy capaz de hacer en este estado. Su cara de horror me hace creer en la justicia, y siento orgullo de que sufra por lo que me hizo. Pero especialmente por no hacerse cargo. Sigo inseguro de que esto sea lo que estoy destinado a hacer, pero es una muy buena forma de pasar el tiempo.

Necesito ir a la farmacia. ya no me quedan mas pastillas. Hay viento en mi casa pero tengo las ventanas cerradas. No soporto el resfrío que tengo, nunca tendría que haber salido de mi casa tan desabrigada un dia de 7º. El maldito televisor otra vez me confunde, estoy segura de que pronosticaban mayores temperaturas. Quiero despertarme y haberme olvidado de la pesadilla que fue este último año. No puedo mantener ninguna relación en mi vida sin que la gente me considere loca, ¡NO LO ESTOY! Estoy cansada de no poder dormir, en la calle me miran mal, me señalan por mi aspecto. Perdí peso y mis ojeras resaltan en mi cara pálida. Soy conciente de mi descuido pero no puedo encargarme de eso. Mi prioridad es que mi vida vuelva a ser normal. Cada vez que deseo relajarme algo sucede: doy un paseo en bicicleta y las sombras se burlan de mi. Si Dios existe y su poder es tan fuerte, sabe que me arrepiento de mis actos. Intento superarlo y lamento la decisión horrible que tomé. El problema es mi conciencia, soy yo, estoy mal y tengo que lograr vencer mis miedos para demostrar públicamente mi remordimiento. ‘No puedo, no tengo el coraje, mi vida se arruinaría por completo’ pensé hace dos años, cuando estaba a tiempo. Ahora no vale la pena, ya perdí todo lo que tenía junto con lo que podía llegar a tener. Hoy creo que hay solo una salida: voy a la farmacia.

4 comentarios:

  1. Me gustó el comienzo, es un comienzo atrapante que te dan ganas de seguir leyendo, pero a medida que avanza el texto, desde mi punto de vista, se vuelve confuso debido al cambio de personas, que creo entender que es lo que sucede. Trataría de hacer menos impactante el cambio de narrador.

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  2. La idea del texto esta buena, pero como acabe de leer en el comentario de malena, al igual que ella yo opino que hay un cambio de persona que a lo largo del texto se hace confuso y es dificl de seguir la idea que estas intentando expresar. Mas alla de eso, es una buena historia pero me gustaria que cerrara de una forma diferente y no con un final tan abierto.
    En un momento de la historia, hay una frase que creo yo que esta de mas: " No ayudaba el hecho de que el auto haya sido nuevo ya que no tenía el 100 por ciento del control sobre él.", ya que podria evitarse porque no tiene valor alguno ni lleva al lector a algo mas tarde!!
    (Falta la foto!!!! no reconocí cual era!!)

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  3. Cuando leí la primera parte, me dieron ganas de seguir leyendo, y saber porque les había llamado la atención la patente.
    Al igual que las chicas, me pareció confuso el cambio de persona, ya que no entendí quién estaba relatando el texto al principio del cuento.
    Creo que se cual es la foto, pero me di cuenta al final de todo cuando lo termine de leer, ya que no esta presente.

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  4. No coincido con que sea confuso el uso de la focalización múltiple. Sí creo que es discutible que aporte algo sustancialmente nuevo al relato. ¿Cuándo se vuelve efectivo ese recurso? Pregunta para pensar.
    Es interesante el comentario de Caro sobre el dato superfluo. Todo en el relato debe tener una función.
    No me parece que el final sea abierto. Lo más interesante del relato está en el último párrafo, en los "problemas de conciencia".

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